Molaría que hubiese 22 reglas para escribir una buena historia y que bastase con seguirlas al pie de la letra para tener el trabajo hecho.

Pero no las hay.

Sería como tener una fórmula para convencer a la gente, para triunfar en los negocios o para hacer que alguien se enamorase de ti.

Hombre, no niego que habrán libros, artículos o webs enteras que te prometan eso pero tú eres inteligente y sabes que las fórmulas mágicas solo existen en Alicia y el país de las maravillas.

Y en Shrek.

Eso sí, Emma Coast, reveló hace años por qué las historias de Pixar – desde Toy Story hasta Wall-E– tienen tanto éxito. A esa información se la bautizó como las 22 reglas de Pixar para el storytelling. En algunos sitios también se las conoce como las 22 leyes de Pixar aunque más que unas leyes son unas directrices. Unos consejos que te guiarán por el camino y que evitarán que cometas los típicos errores al empezar a escribir una historia.

Por cierto, si alguna vez has leído sobre el viaje del héroe verás muchas similitudes.

 

 

Las 22 leyes de Pixar para contar una buena historia


 

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1- Admiras a un personaje por sus esfuerzos no por sus éxitos.
Cuando dicen “personaje” también se refieren a ti. No hables de tus licenciaturas y tus doctorados. Si quieres conectar habla de lo que te costó y de los problemas por los que pasaste.

 

 

2-Céntrate en lo que es interesante para la audiencia, no en lo que es divertido para ti.
¡Pero yo he venido a vender mi libro! Ya, pero la audiencia quiere otra cosa.

 

 
3- Sólo verás de qué va tu historia cuando la acabes.
Los discursos, las presentaciones y las historias sufren mutaciones hasta su formato final. No te asustes si no lo tienes claro al empezar. Empieza y poco a poco irá tomando forma.

 

 
4- Había una vez __________ Cada día _____________ Un día ______________ Entonces _______________ Entonces ___________ Finalmente ______________.
Esta es una fórmula infalible para contar una historia y que resume la estructura del viaje del héroe.
Primero estableces el contexto ( Había una vez, cada día) Luego pasa algo que cambia las cosas (Un día) Empiezan los problemas y las pruebas a superar (Entonces, entonces) Para acabar, se soluciona todo (Finalmente).

Por cierto, no hace falta que uses estas mismas palabras. Son solo una guía. Que ya te veo.

 

 
5- Simplifica. No des rodeos. Sentirás que pierdes material valioso pero serás más libre.
Una de las reglas más difíciles de seguir. Cuando tú escribes todo te parece interesante. Conoces tan bien la historia que es fácil perderte en los detalles y los matices.
Un truco que utilizo a veces es mandarle el texto a alguien de confianza y decirle. ¿Si pudieses eliminar algo, qué sería? No es que esos tramos no sean interesantes, simplemente lo son menos.

 

 
6- ¿Con qué se siente cómodo tu personaje? Enfréntalo a lo opuesto y que reaccione.
Es la manera de convertirlo en humano. La gente no quiere ver como alguien pasea por el campo y huele las flores. La gente quiere ver como una chica dulce e inocente pasea por el campo y se encuentra a un lobo perverso y malintencionado que se la quiere comer.

 

 
7- Ten en mente el final antes de que acabes el cuerpo. Los finales no son sencillos.
Tan útil como complicado.

Cuando preparo un discurso intento tener el final en mente antes de empezar. De hecho, preparo el final antes que la introducción. No siempre lo mantengo, lo normal es que mute, pero eso me permite que las piezas encajen más fácilmente.

 

 
8-Acaba tu historia aunque no sea perfecta. Hazlo mejor la próxima vez.
Aviso a perfeccionistas. La historia perfecta no existe. O si existe, tú no vas a ser el autor.

Todavía.

Si no te ha pasado ya te pasará: un día, estarás escribiendo y no saldrá nada. Te pararás, leerás lo último que has escrito y dirás: “Menudo truño.”

Y quizás tengas razón.

Pero para escribir algo bueno, primero tienes que crear algunos truños. Tira con lo que tengas y mañana harás algo nuevo y mejor. Esa es la manera de crecer.

 

 
9- Si te atascas, haz una lista de lo que nunca pasaría. De ahí suelen salir respuestas.
No sé bien por qué sucede, creo que quitarte el miedo de “tener que hacer algo definitivo” te permite ser más creativo. Anotas situaciones que nunca sucederían y te sientes liberado. Empiezas a escribir paridas, cosas sin sentido y de repente dices: “Oye, esto no pero y si…” y ya has salido del barro.

 

 
10- Lo que te gusta de otras historias es parte de ti. Reconócelo y podrás usarlo.
No sé qué decir. Nunca me he parado a analizarlo. Pero si lo dicen en Pixar es probable que tenga sentido.

 

 
11- Escribir te permite editar y mejorar. Si se queda en tu mente nunca lo compartirás.
El mundo está lleno de emprendedores pero no todos se atrevieron a poner en marcha su idea.
Si no empiezas y escribes nunca harás nada. Ni siquiera un mísero truño.
Y encima tendrás dolor de tripa.

 

 
12- Descarta la primera idea que viene a tu mente. Y la segunda. Y la tercera. No cedas a lo obvio.
El camino del mínimo esfuerzo es atractivo pero ahí no encontrarás el premio gordo.

 

 
13- Dale opiniones a tus personajes. Los pasivos-maleables son veneno para la audiencia.
Si simplificamos al máximo hay dos tipos de personajes: los que te gustan y los que odias.
Por ejemplo, te gusta Daenerys y odias a Cersei.
Si no está en uno de estos dos grupos, el personaje no existe. Y para que esté en uno de ellos, debes saber qué piensa sobre el mundo y las cosas que suceden a su alrededor.

 

 
14- ¿Por qué cuentas la historia? ¿Qué creencia representa que quieres compartir?
El público se preguntará: ¿Y qué? ¿Por qué me lo cuentas? Una historia sin un mensaje es como una casa sin terraza. Se puede vivir pero…

 

 
15- Si fueses tu personaje. ¿Cómo te sentirías? La honestidad genera credibilidad.
Y la credibilidad es el combustible de cualquier comunicación. Aquí hay algunos trucos para crearla. 

 

 
16- ¿Qué obstáculos hay? ¿Qué pasa si fracasa? Pon las probabilidades en su contra.
Las historias no son como los 100 metros lisos. Si no hay problemas no es una buena historia. Ponle vallas, trabas, obstáculos. Asegúrate de que se entiendan y explica qué pasa si no los supera. La amenaza hace que los actos se conviertan en gesta.

 

 
17- El trabajo inútil no existe. Si no te sirve déjalo y sigue. Te será útil más adelante.
Esto no sirve solo para las historias o las presentaciones sino para la vida en general. Es una forma de afrontar las cosas. Nada de lo que haces es inútil, simplemente todavía no sabes para qué te servirá. Steve Jobs lo explica de manera sublime cuando dice aquello de unir los puntos en su discurso de Stanford.

 

 
18- Hay una diferencia entre hacerlo lo mejor posible y perderse en pequeñeces.
Y no es fácil notar la diferencia. De nuevo, una opinión externa suele ser de gran ayuda para percibir esos detalles.

 

 
19- Crear coincidencias para meter a tus personajes en problemas es una buena idea. Hacerlo para sacarlos de ellos es hacer trampa.
Es un buen ejemplo para entender cómo funciona nuestra mente. Aceptamos -incluso esperamos- las cosas más inverosímiles para que alguien se meta en líos pero si notamos la más mínima ayuda para superar los problemas olemos a chamusquina.
Tiene mucho que ver con la primera regla. No nos atraen las cosas fáciles, preferimos el esfuerzo.

 

 
20- Coge las partes de una película que no te gustan y cámbialas para que te guste.
Es entrenamiento para contar historias de manera creativa. No todo tiene que ser como lo viste o como lo pensaste por primera vez.

 

 
21- Identificarte con los personajes evitará que escribas por escribir. Entiéndelos.
Es sencillo ponerte a teclear para llegar a tu objetivo de 1.000 palabras y escribir paja sin sentido. Solo que pierdas un momento la conexión sueles caer en generalizaciones, abstracciones y otros -ones que no son buenos para tu historia.
Ten en mente sobre quién escribes, qué le gusta, qué siente, sobre qué se quejaría, qué querría cambiar… y tus personajes cobrarán vida.

 

 
22- ¿Cuál es la manera más sencilla de contar tu historia? Empieza desde ahí.
¿Esta no podría ser la número 1?

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