Lo primero que tienes que saber para perder el miedo a hablar en público es que se puede. Lo he visto decenas de veces y sé que lo veré cientos.  El pánico escénico es duro. Te paraliza, te hace sentir inútil. Te lleva a pensar que no vales.

Pero puedes vencer ese miedo.

Lo segundo que tienes que saber es que no se va en dos días. Si piensas en ver el vídeo y a los 12 minutos haber perdido el miedo a hablar en público, no hace falta ni que le des al play. Como con muchas de las fobias específicas, el miedo escénico se vence a base de exponerse gradualmente a él. Hablas un día, otro, otro y cuando han pasado 10, te notas mucho mejor. Tienes más confianza en tus habilidades de comunicación y la decimoprimera es todavía mejor.

Lo tercero es que las técnicas para hablar en público que verás en este vídeo te ayudarán a controlarlo el día de tu presentación, reunión o exposición. No los eliminarán de un plumazo, pero contribuirán a mantenerlos a raya.

Practicar y utilizar estas técnicas mientras lo haces te llevará a una espiral positiva. Verás que mejoras, eso te hará ganar confianza y la próxima vez estarás más tranquilo. A cada repetición, más confianza, más seguridad y más experiencia y, antes de que te des cuenta, te reirás de lo que te pasaba.

¿Cuándo empiezas?

P.D. Si quieres usar el atajo para perder el miedo a hablar en público, haz clic aquí. 

Hay dos tipos de oradores, los que tienen nervios y los que mienten. Todo el mundo se ha puesto nervioso alguna vez antes de hablar ante una audiencia. Es horrible. El corazón se te acelera y palpita con fuerza, las manos te empiezan a sudar y de repente, parece que las neuronas deciden dejar de funcionar. 

Si quieres saber por qué te pasa y cómo solucionarlo, sigue escuchando.

No eliges tener nervios, es una parte de tu mente la que elige por ti y la intención de esa parte es protegerte, no intenta evitar el éxito y que hagas una gran presentación, lo que quiere es evitar el peligro, quiere evitar verte fracasar y por eso te envía esa sensación de duda, de miedo, de nervios para que no lleves a cabo una conducta que ella considera como de riesgo.

El miedo que tu cerebro crea es primitivo. Tenía sentido hace miles de años, cuando el único objetivo era evitar al tigre y encontrar la cueva. 

El éxito profesional, la satisfacción o la autorrealización no importaban una mierda. La sociedad ha avanzado tan rápido a nivel evolutivo que el cerebro no ha podido seguirle el paso. Y para él, lo más importante sigue siendo la protección de daños, y está dispuesto a hacer lo que sea para conseguirlo.

Hay dos buenas razones para no enfadarte contigo mismo por tener esos nervios, la primera es la que ya hemos visto, no nos eliges tú, es una parte inconsciente de ti la que elige así que no tienes mucho que hacer ahí y la segunda es que ese miedo lo comparten millones de personas y yo me atrevería a asegurar que más del 50% de los ponentes que se ponen sobre un escenario. 

Al final del vídeo te hablaré sobre el enfoque que yo considero más efectivo para evitar esos nervios a largo plazo, pero ahora te voy a mostrar siete sugerencias que te ayudarán a controlarlos el día de tu presentación.

1. Prepárate

La primera cosa que tienes que hacer es prepararte bien, la preparación conlleva dos partes, la primera es la parte de generación de contenido, la segunda es la parte de ensayo. Generar el contenido va a determinar el 100% de tu éxito y el ensayo, el otro 100%.

Conocer a la perfección tu material es una sensación parecida a la que tienes cuando has estudiado mucho para el examen si lo has hecho cuando llegas estás tranquilo, sabes que te va a ir bien y tu cerebro no activa el protocolo de los nervios, en cambio, cuando solo has ojeado el libro por encima, llegas a la clase nervioso, piensas que ojalá el profesor no se haya pasado con la dificultad del examen y esperas que, si lo necesitas, puedas copiar. 

Estás nervioso., temes que esa ligera ojeada al libro no sea suficiente y tu cerebro lo sabe. Para contrarrestar esa sensación y evocar una nueva sensación de tranquilidad, prepárate, escribe tu presentación y ensáyala, ensaya, ensaya, ensaya, ensaya otra vez hasta la náusea, cuando llegues a ese punto hace un último ensayo. 

Los actores, los cómicos, incluso los músicos lo hacen acaso tienes tú más experiencia que ellos

2. Haz ejercicio

Te sugiero hacer ejercicio en dos partes diferentes del día, la primera es a primera hora de la mañana del día de la presentación da igual si tienes la presentación a las 10 o a las 8 de la tarde, hacer ejercicio moderado por la mañana te ayudará a encarar de una manera mejor ese día, 20 minutos son suficientes así que sale a la calle y ejercítate. 

Más adelante, cuando ya esté cerca el momento de tu presentación y solo queden cinco minutos, realiza un ejercicio físico corto, pero intenso, puedes hacer 20 abdominales, 10 flexiones, 5 dominadas, da igual, no necesitas dedicarle más de un minuto. Cuando lo hagas, lo que conseguirás es que tu cuerpo genere endorfinas y eso acabará en un chute de confianza, seguridad y aplomo, tres cosas que te vendrán muy bien dentro de pocos minutos. 

3. No revises

Seguramente te hayas preparado unos apuntes o algo tipo esquema para ir repasando antes del día de la presentación. Y haces bien, te servirán para eso, para irte preparando, pues en casa, en el metro, en el baño, eso sí, cuando llegue el día de la conferencia olvídate de ellos, no los lleves a la sala

Los repasos de última hora solo traen sensaciones a la baja, si lo repasas y confirmas que te lo sabes todo correctamente, tu nivel de confianza sigue igual, nada cambia, en cambio, si lo repasas y te das cuenta de que hay algo que no recuerdas puede que lleguen los nervios y las dudas.

Cuando llegues a la sala no repases más en su lugar, sigue las tres siguientes sugerencias.

4. Aguanta la respiración

¿Cómo? Yo siempre había oído lo contrario que tengo que respirar, es cierto, aunque la mejor manera de hacerlo es aguantar la respiración, siempre digo que los mensajes contra intuitivos son los más fáciles de recordar. Cuando uno está nervioso tiende a hacer respiraciones agitadas y poco profundas y eso no oxigena suficientemente la sangre. Lo más normal es que lo hagas incluso sin darte cuenta, estás respirando como si tuvieses a alguien desnudo encima de ti en la cama, pero la realidad es que estás en una butaca esperando a que el presentador diga tu nombre.

¿Mi sugerencia? Respira hondo ¿Cómo? Aguantando la respiración, aguántala hasta que no puedas más y luego suelta el aire lentamente, esa aspiración debería durar como mínimo 10 segundos, repito lo tres veces y lograrás que tu cuerpo vuelva al ritmo normal de respiración y la sangre esté más oxigenada.

Repítelo 10 y saldrás al escenario en modo maestro jedi, por cierto con la respiración se debería mover tu abdomen, no tu tórax, practícalo. 

5. Bebe agua

Bebe agua antes de salir a hablar en público y también durante tu intervención, funciona. Algunos explican esta reacción con teorías evolutivas, argumentan que si tú estuvieses en una situación de riesgo, pues no te pararías e irías al atril para buscar una botella de agua y bebértela, si la gente que tuvieses enfrente supusiese un peligro real no podrías llevar a cabo esa conducta, así que al hacerla le mandas una señal a tu cerebro y le dices esto no es una situación de emergencia, no hace falta que actives el protocolo de nervios.

Como la mayoría de teorías evolutivas, no hay pruebas suficientes para decirte que pasa por esa razón, pero la realidad es que funciona. 

Otra posible lectura es que cuando bebes agua lo que haces es cambiar de estado, el tener que estar centrado en otra actividad hace que tu cerebro aparte los pensamientos de nerviosismo y de angustia que te generaban el estar pensando en tu intervención. 

Beber agua, además de una buena solución para reducir los nervios, ayuda contra el bocajequismo que es esa sensación de que te falta saliva para que tus labios y tu lengua se puedan despegar y hablar con tranquilidad, sea la que sea la razón que más te convence, bebé agua si la botella vale 40 céntimos hasta los catalanes la compramos. 

6. Empieza con una historia

Si te fijas en el mundo que te rodea, te darás cuenta de que el inicio de las actividades es lo que más energía requiere, por ejemplo, cuesta más escribir la primera página de un libro que las 10 siguientes, tu coche consume más combustible pasando de 0 a 10 que a 120 kilómetros por hora en la autopista, cuando quieres poner ketchup, el primer chorro cuesta un mundo que salga, pero una vez ha salido tienes que andarte con ojo para no vaciar la botella entera sin querer.

Tu presentación no va a escapar a las leyes físicas y los primeros instantes, los primeros segundos, incluso los primeros minutos, van a ser donde el pico de nervios esté más alto, quizás conozcas varias maneras de empezar una presentación, pero entre todas yo te sugiero que empieces con una historia personal o con una anécdota personal. Además de conectar con el público, aumentar tu credibilidad y ayudarte a captar esa atención, tienen un beneficio extra, y es que las historias son muy fáciles de recordar. 

Pasar esos primeros segundos o minutos de tu presentación, sin tener que pensar en un dato, en una cita célebre o en una estadística compleja, van a hacer que los nervios se reduzcan.

7. Mente ocupada

Cuando coincido con otros ponentes en el backstage de algún evento, normalmente siempre estamos charlando antes de nuestras intervenciones y como ya hemos visto la agenda y sabemos, pues quién es quién y a qué se dedica, siempre hay alguien que me pregunta que tienen que hacer para reducir esos nervios porque ahora mismo están muy nerviosos.

Les contesto que les daré mi mejor truco, pero a cambio quiero información, quiero que me digan dónde están los mejores restaurantes para ir a cenar porque yo no soy de la ciudad y necesito esa información para acertar con el lugar al que vaya esa noche.

Cuando empiezan con las recomendaciones me encargo de que la conversación no decaiga, insisto en que me den más detalles o pregunto si hacen un determinado plato o si hay unos restaurantes que sean más acorde a mi gusto, por ejemplo, de tapas o de marisco o de lo que sea.

Mi intención no es tanto obtener esa información como mantener a la mente de esas personas alejada de esos supuestos nervios que están sintiendo.

Cuando la mente está ocupada, cierra la puerta a esos pensamientos negativos que te dicen que vas a hacerlo mal, que estás nervioso y que tú no eres la persona adecuada para dar esa charla.

Un truco que ayuda a fijar la mente cuando no hay personas con las que hablar es ir describiendo (mentalmente) todo lo que ves. Por ejemplo, enfrente tengo una pantalla enorme, debe medir unos 10 metros de ancho por 4 de alto, ahora mismo está subiendo una persona al escenario, debe ser el presentador, y creo que ahora va a llamar a otra persona. 

Efectivamente, ha llamado a otra persona y ahora veo que sube por las escaleras el primer ponente de la sesión, vaya, qué alto, parece que sea holandés, tiene el pelo moreno, los ojos azules y mide alrededor de 1,90, yo creo que….

La próxima vez que salgas a hacer una presentación, una reunión o hablar delante de un público no te engañes, acepta que tienes nervios y tómatelo como una parte de la ecuación, si aplicas cualquiera de las técnicas que te he mostrado lograrás reducir esos nervios a un nivel manejable.

Como te decía al inicio del vídeo creo que hay un enfoque que funciona muy bien a largo plazo y este nace de un trabajo de creencias, de un trabajo mental, porque si aún tienes dudas ese nervio o esos nervios que sientes son mentales, no suceden por lo que va a pasar sino por lo que tú piensas que podría pasar si las cosas salen como tú no quieres que salga.

Si quieres cambiar esa manera de pensar a largo plazo y te gustaría que tu cerebro no envíe esas señales de nervios cuando te pones delante de una audiencia, échale un ojo al enlace que hay en la descripción del vídeo y ahí verás qué he preparado para poder solucionar este problema.

Clica y descúbrelo tú mismo, 20 técnicas para hablar en público.

Y si aún te quedan dudas, contacta conmigo o consigue ya mi libro “Cómo perder el miedo a hablar en público y demostrarles lo que vales”

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