No todos los discursos son iguales.

Me ha llevado toda la noche pensar esa frase. Uno tiene sus limitaciones.

 

Cada discurso debe tener su propia estructura, su propio ritmo y su propio contenido. Muchos de ellos aceptan unos estándares pero otros no.

¿Te imaginas un discurso de boda en el que se den estadísticas?

 

“En España, la tasa de matrimonios ha descendido en la última década. Si atendemos a los datos, veremos que mi hermana está en ese 18% de la población de entre 20 y 35 años que ha decidido formalizar su unión”.

 

A estas alturas se podrían oír los ronquidos del de la tercera fila.

 

En un discurso de boda encaja más que nunca lo emocional: experiencias juntos, fotos que lo recuerden, vulnerabilidad, etc.

Del mismo modo, los brindis improvisados, tienen su propia historia.

 

Hace poco, en una comida familiar, uno de mis tíos, se levantó a hacer un brindis. Mi parte analítica se activó instantáneamente.

Fue de menos a más, dijo cosas muy bonitas y, aunque hubo algún momento en el que se repitió, acabó muy bien. Me gustó.

Desafortunadamente, no todo el mundo tiene la facilidad de palabra que tiene mi tío. Si lo pasas mal en momentos parecidos, hoy voy a compartir tres sugerencias sobre cómo hacer un brindis para que puedas salir con estilo cuando te veas envuelto en una situación parecida.

 

3 sugerencias para un brindis inolvidable

 

1. Empieza con un agradecimiento

A menudo sugiero empezar tu presentación con una frase impactante: una cita célebre, una estadística curiosa, una pregunta reflexiva, etc.
En un brindis esto no es tan importante.

En mesas numerosas, suele haber varias conversaciones en marcha paralelamente. Que si el nuevo i-phone está muy bien, que si la Mari se divorcia de Juan, que si eso era fuera de juego…Cuando alguien se levanta para hacer un brindis, no todos atienden. Ni siquiera los golpecitos de cuchara en la copa consiguen atraer la atención de toda la parroquia con lo que es frecuente que cuando empieces a hablar, no todos te escuchen. Por eso, empezar con una frase impactante, no es primordial.

Además, este es uno de los discursos en los que la naturalidad es más importante y si tengo que escoger entre mantenerla o impactar en el primer segundo, elijo lo primero.

Puedes empezar agradeciendo a los presentes por lo que sea: por venir a tu cena, por invitarte a su casa, por ser tan buenos amigos… y a partir de ahí…

 

2. Lo que a ti te parece cursi puede emocionar a los demás

Esto es un aviso para los hombres. Especialmente para los machos ibéricos.

Decir algo bonito no es de nenazas. Insultar a tus amigos en plan broma es muy chulo pero una palabra bonita y sincera al año no te va a hacer daño.
Si quieres a tus amigos o a tus familiares se lo puedes decir. Tranquilo, nadie pensará que estás intentando ligar. No lo fuerces si no te nace pero no lo reprimas si lo sientes.

Es probable que la gente no recuerde lo que les dijiste pero sí se acordarán de lo que les hiciste sentir.

 

3. Sé breve

Esto no es como la cama. Aquí puedes bajar del minuto y dejar al público contento.

Uno de los riesgos de la improvisación es caer en la repetición. Como no sabes lo que tienes que decir, te apoyas en lo que puedes y es fácil repetir lo último que has dicho si vas corto de inspiración.

“… y agradeceros a todos el haber venido aquí, espero que os lo paséis muy bien. Pues eso, nada más, muchas gracias por venir y a disfrutar”

¿Te suena?

En un brindis improvisado, deberías ser lo suficientemente breve para que la gente no apure su copa mientras estás hablando. Si ves que alguien lo hace, señal de que debes acabar.

 

Ejemplo de brindis corto

Una estructura que funciona bien es agradecimiento + anécdota personal/ broma + cierre.

 


“Muchas gracias a todos por venir, sois geniales.

Me acuerdo de una de las primeras veces que hicimos una cena juntos; era en el centro de Barcelona, en un sitio parecido a éste aunque todos éramos muchos más jóvenes. Han pasado diez años desde esa noche pero aún me acuerdo de lo que nos reímos y de lo que bebimos.

Tú Juan, no creo que tengas recuerdos de esa noche. Perdiste demasiadas neuronas.

Seguro que hoy nos lo vamos a pasar igual de bien porque eso es lo que pasa cuando nos juntamos todos.
Brindo porque dentro de diez años nos volvamos a encontrar en un sitio parecido a éste y nos podamos reír recordando lo que pasó hoy. Y para asegurarnos de que eso suceda… ¡a beber!”

 

Ahora ya sabes qué hacer si en la próxima cena de empresa te hacen brindar. Eso sí, si Juan es tu jefe ¡ni se te ocurre mencionar lo de las neuronas!

¿Eres de los que sufre con los brindis? Espero haberte ayudado.

¿Eres de los que marcas la diferencia en momentos así? ¡Me encantaría que compartas tus sugerencias conmigo!


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