El miedo a hablar en público es algo real y afecta a millones de personas. Por eso tiene nombre técnico: glosofobia.

Tal vez tú lo hayas sufrido alguna vez.

La primera vez que te diste cuenta de que lo padecías, alucinaste.

-¿Yo? ¡Pero si puedo hablar con cualquiera! Nunca antes me había pasado.
¡Esto no tiene sentido!

Tienes razón.

No lo tiene.

No debes buscar la causa de tu miedo a hablar en público en razones conscientes ya que, a menudo, se encuentra en las inconscientes, que, por cierto, son mucho más difíciles de detectar.  (Si quieres averiguarlas, puedes hacerlo aquí.)

Durante estos años he visto mucho muchísimas técnicas para perder el miedo a hablar en público.

Si haces esto dile adiós al miedo escénico, si te imaginas esto otro perderás el miedo a hablar en público, con este curso de oratoria y este crecepelo…

No hay una fórmula mágica. Al menos, no una que funcione para todos. La mejor sugerencia que te podría dar es: pruébalo todo y quédate con lo que te funcione. Las personas somos distintas: aunque muchas compartimos la base de nuestros miedos, otras no.

Lo que me funciona a mí, no tiene porqué funcionarte a ti. Lo que le funcionó a él, no asegura el mismo resultado en ella.

Lo que te voy a contar ahora son trucos para perder el miedo a hablar en público que probé y no me dieron resultado.

No quiere decir que tengan el mismo efecto en ti, aunque si los conoces y sospechas que no te darán resultado, esta lectura puede ayudarte a descartarlos definitivamente y evitar pasar un mal rato.

5 técnicas para perder el miedo a hablar en público que es mejor que no uses


1. Imagínatelos desnudos

Empecemos por la más loca. Imaginarte al auditorio en pelotas.

La teoría que subyace tras ella es que el miedo escénico proviene de tu miedo a hacer el ridículo. Los defensores de esta estrategia argumentan que si ves a los demás desnudos, verás que son tan vulnerables como tú y el miedo a hablar en público se evaporará.

¡Fuuuup!

Yo no sé si es por ser hombre y que me cuesta hacer dos cosas a la vez o porque soy un pervertido, pero cuando imaginé al público desnudo no les miraba a los ojos precisamente. Eso hizo que me desconcentrara y no me ayudó a hilar las siguientes ideas de mi discurso.

Además, decir que si los demás son vulnerables tu vulnerabilidad desaparece es como decir que, si tienes hambre, imaginar que los demás también están hambrientos te ayudará a eliminar la sensación.

Psicología de mercadillo.

2. Practica delante del espejo

Siempre había oído que uno debe practicar delante del espejo para poder ver su lenguaje no verbal así que lo hice.

De nuevo, puede que mi condición masculina interfiriese en la capacidad de hacer dos cosas a la vez, pero la realidad es que mis sensaciones fueron de desconcierto. No estaba presente. No fluía. No recordaba mi texto con la misma facilidad que cuando miraba a la pared.

Ver tu reflejo te hará más consciente de cómo te mueves y cómo usas las manos, pero también te alejará de la experiencia en sí. Estarás más pendiente de lo que haces que de hacerlo y eso te restará naturalidad.

Si ensayas así muchas veces puede que incorpores esa des-naturalización a tu estilo y que la proyectes el día de la charla.

Y eso, is not good.

Si quieres ver cómo te mueves, una idea mejor es grabarte. Pones una cámara en frente, le hablas directamente a ella y luego compruebas como te movías al hacerlo.

3. No te prepares, serás más natural

Algunos dicen que si te preparas en exceso tu presentación puede que, al no recordar algo en plena charla, te quedes en blanco y los temidos nervios al hablar en público hagan su aparición.

Cierto.

Puede pasar.

¿Qué puede pasar si no te preparas?

Primero, puede que, al saber que no te has preparado, esa vocecita en tu cabeza te diga… “no va a salir bien, deberías haberte preparado, van a notar que improvisas” y haga que los nervios vengan a visitarte. ¿O acaso tienes más confianza cuando no estás preparado para algo?

Segundo, puede que, durante tu charla, no sepas qué contar a continuación. Dado que no has preparado un guión, verbalizas las ideas tal y como acuden a tu mente y, a no ser que seas John Nash, lo normal que vengan desordenadas.

No prepararse nada es la mejor garantía para que tu presentación sea gris. Es más probable que te olvides información importante, que abunden las digresiones o que uses más muletillas al no tener claro el guión.

Prepararte bien no te asegura salir a hablar en público sin nervios pero siempre será mejor que salir a improvisar.

4. Ponerlo todo en la diapositiva

Tu “tranqui” si esto es muy fácil. Pon en las diapositivas el resumen de lo que debes decir y luego solo tienes que ir leyendo a medida que pasas diapositivas.

Sí, puede que eso haga que los nervios al hablar en público no sean tan acentuados, pero logrará convertir tu presentación en un ladrillo difícil de digerir.

Hay dos tipos de personas, las que creen que las diapositivas sirven para ayudar al ponente a recordar lo que debe decir y las que creen que sirven para ayudar a la audiencia a entender lo que dice el ponente.

Si aun formas parte del primer grupo, tal vez necesites leer esto.

Exponer sin nervios es importante, pero ¿de qué te sirve si la forma en la que lo haces es deficiente?

5. Decir que estás nervioso, así si lo haces mal lo entenderán

Un clásico entre los clásicos.

Como eres el más listo de tu promoción has tenido una idea: vas a empezar diciendo que estás nervioso, así la gente estará sobre aviso y, si te pones nervioso durante la presentación, no pasará nada.

Si este es tu caso deberías tener en cuenta estos tres hechos:

  • Ponerles sobre aviso solo va a lograr una cosa: que estén más pendientes de confirmar esos nervios de lo que lo estaban antes de que se lo dijeses.
  • La gente tiende a ser comprensiva con alguien que tiene nervios al hablar en público. Si sales y sucede, lo entenderán. No hace falta que les pongas sobre aviso a no ser que quieras que presten especial atención a tus errores.
  • La mayoría de las veces en las que tú te sientes nervioso, la audiencia no lo nota. No saben que has improvisado algo, no saben que te has olvidado una parte y, desde luego, no oyen los latidos de tu corazón.

Cómo perder el miedo a hablar en público


Nadie aprende a nadar sin meterse en la piscina.

La mejor manera de perder el miedo a hablar en público es practicando. Aprovecha cada ocasión que tengas. Ponte en frente de grupos de amigos, de gente del trabajo o de familiares. Empieza con ese brindis, con esa reunión o con esa conversación grupal.

Si notas que aun así te cuesta o que prefieres evitar esas situaciones he preparado este curso para que pierdas los nervios al hablar en público.

Un curso para hablar en público con garantía de devolución aun cuando ya lo has acabado.

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