Hagas lo que hagas en el futuro, hablar en público será una habilidad importante para ti. Puede que no la debas usar a diario, pero cuando lo hagas, hacerlo bien puede catapultar tus posibilidades profesionales.
Si de pequeño no te enseñaron ninguna técnica para hablar en público mejor, bienvenido al equipo. Somos millones de personas. Puede que hayas experimentado pánico escénico –miedo a hablar en público-, que no sepas sintetizar un mensaje, que no puedas mirar a la gente a los ojos, que se te olvide lo que debes decir o que nunca quedes satisfecho con tus exposiciones.
Esté donde esté tu área de mejora, en este vídeo te doy sugerencias prácticas –y alguna que otra teórica- para que la próxima vez que salgas a hablar en público lo hagas mejor que la anterior.
Si todavía no te sale todo lo bien que quieres, no te ofusques, puede que la última sugerencia sea lo que necesites escuchar.
Descubre las 20 técnicas para hablar en público
Hablar bien en público no es algo sencillo. Para que suceda, tienen que pasar dos cosas. La primera es que te puedas comunicar de manera sencilla y natural. Y la segunda es que tu mensaje sea claro, sencillo, fácil de entender y de recordar.
Algunos ponentes tienen frescura y naturalidad y hablan bien, pero su mensaje no es claro y es difícil de recordar. Y hay otros ponentes que trabajan mucho el mensaje, está muy bien estructurado, pero no tienen esa naturalidad, ese carisma como ponentes y no completan el pack para hacer presentaciones perfectas.
En este vídeo te mostraré cómo tener lo mejor de los dos mundos para que tu charla sea de 10.
Uno de los principales problemas de las ponencias es la falta de concreción, no se ha preparado bien la charla y se tiende a divagar y a decir demasiadas cosas.
Elige un mensaje
Elige un mensaje central y apóyate en él, todo lo que digas debería estar destinado a ayudar a entender este mensaje, a rodearlo y a apoyarlo todo lo que digas te debería acercar a ese mensaje. Si no lo hace, te está alejando de él.
¿Cómo descubrir ese mensaje? Pregúntate, ¿qué le dirías a tu audiencia si solo tuvieses 5 segundos para hablar?
Esas 10 o 12 palabras son la semilla de tu mensaje. Empieza desde ahí.
Sintetiza
No quieras explicar en media hora lo que a ti te costó 2 años aprender. Sintetiza. Desarrolla solo 3 puntos y tendrás medio trabajo hecho.
¿Cómo? Nombra en un papel todas las ideas que podrías desarrollar, todas, que te salen 20, no hay problema, ahora elimina la menos importante y repite este proceso hasta que solo te queden tres.
Esas son las ideas de las que hablarás, ordénalas de menor a mayor importancia y así ayudarás a generar clímax en tu charla.
¿Temes que la charla se te quede corta?
Nunca nadie se ha quejado de que una presentación ha sido demasiado corta y no lo van a hacer con la tuya.
Escribe tu charla
Puedes escribirla palabra por palabra o si lo prefieres limitarte a las ideas más esquemáticas, mi sugerencia es que empieces por un esquema para establecer los pilares y luego la vayas
desarrollando poco a poco, palabra a palabra, eso hará que cada vez generes más contenido y una vez hayas pasado el proceso de selección de ese contenido como te comentaba en la sugerencia anterior tendrás una charla mucho más organizada y mucho más rica.
Además, el hecho de escribirlo no solo te va a ayudar a organizarlo, sino a recordar.
Ensaya tu guión
Cuando tengas ante ti el borrador final de esa charla, ensaya, ensaya, ensaya, ensaya.
Hazlo un montón de veces, los profesionales como los actores como los músicos como los monologuistas lo hacen, porque ibas a ser tú la excepción.
Steve Jobs cuenta en su autobiografía que por cada minuto de escenario había dos horas de trabajo detrás, tú no eres Steve Jobs así que probablemente necesites más tiempo.
Si durante esos ensayos notas que lo que estás diciendo no te hace sentir cómodo, no tengas
ningún miedo de cambiarlo, a menudo las palabras en boca no son lo mismo que las palabras en papel.
Usa un lenguaje sencillo
Explica las cosas de manera sencilla y llana, ni siquiera al científico con la formación más amplia de todo el mundo, le desagrada una charla en la que se comuniquen ideas de manera sencilla. Sencillo no quiere decir peor, ni siquiera quiere decir más pobre, es que la sencillez no tiene que ver con el empobrecimiento de la idea, sino con la habilidad que tienes para encontrar la esencia y saber comunicarla correctamente.
Parafraseando a William Butler, piensa como un hombre sabio, pero comunícate en el lenguaje de la gente.
Trabaja al 90%
Prepara tu presentación como si solo tuvieses un 90% del tiempo asignado, lo más normal es que eso que has preparado se extienda al día D, ya sea, pues por fallos técnicos porque la convención acumula retrasos porque el público te hace preguntas, porque tú estás entretenido con alguna divulgación, no lo sé, pero siempre pasa.
Trabajar sobre ese 90% te ayudará a tener un margen que te aportará tranquilidad y no estarás pendiente de tener que acabar rápido porque se te acaba el tiempo, además quedarás bien con el resto de ponentes y con el organizador.
Juega con el ritmo
Si quieres remarcar una idea y que tu audiencia note que eso es importante, reduce tu ritmo, baja la velocidad a la que hablas como acabo de hacer yo. Si quieres añadir entusiasmo o pasión por una idea, puedes hacer justo lo contrario.
Jugar con las inflexiones también te ayudará a añadir un significado extra a tus frases.
Una inflexión ascendente es útil para generar curiosidad, ¿Sabes lo que es una inflexión ascendente? Pues esto que acabo de hacer con la pregunta. Empezar con un determinado tono e irlo subiendo hasta acabar la frase.
Por otro lado, si lo que quieres es añadir solemnidad o aplomo tienes que hacer justo lo contrario, las inflexiones descendentes crean mensajes solemnes, serios y lapidarios, como este último.
Mantén siempre contacto visual
Observa la diferencia entre este tramo de la charla en el que no estoy mirando a la cámara y, por tanto, no me dirijo a mi audiencia con todo lo que has visto anteriormente, ¿cuál te parece mejor? Establece siempre contacto visual con tu audiencia, si son personas míralas a los ojos y si te diriges a la cámara mira la cámara.
Cuidado con tu sesgo de percepción
No digas que acabas de cometer un error o que se te ha olvidado algo del guion, si te sucede y te das cuenta sigue adelante, si te sucede y no te das cuenta sigue adelante.
Tenemos un sesgo de percepción que hace que pensemos que los demás comparten nuestra atención, que se dan cuenta de lo que nosotros percibimos, no es así, ellos no escuchan como te late el corazón ni ven como te suda en las manos, no seas tan egocéntrico esto no va sobre ti va sobre ellos. Céntrate en eso en lo que les vas a dar.
Muestra las palmas
En su libro, “El lenguaje del cuerpo”, Alan Peace argumenta que las personas tendemos a aceptar mejor las ideas cuando el que nos las ofrece nos enseña las palmas de las manos, eso transmite credibilidad y confianza.
Otros movimientos, como enseñar el reverso mientras estás hablando, señalar con el dedo o incluso esconder las manos detrás de la espalda o en los bolsillos, no son tan efectivos.
No te cruces
Tampoco cruces los brazos, los dedos o las piernas. Eso suelen ser movimientos involuntarios de nerviosismo que hace nuestro cuerpo para protegernos, estamos en una situación de poca confianza y el cuerpo se cruza para proteger las partes más vulnerables.
Si prestas atención a estos movimientos, te será cada vez más fácil evitarlo.
Muestra vulnerabilidad
La mayoría de ponentes tiene dudas. Dudan de si lo harían bien, de si su contenido gustará, de si son los más adecuados para hablar de ese tema.
Esas dudas les guían a demostrar sus fortalezas para sentir esa seguridad y acaban narrando lo bien que trabajan, los éxitos que han conseguido o cómo disfruta la gente colaborando con ellos. Pero eso tiene el efecto contrario, cuando vemos a alguien cantando sus propias alabanzas genera rechazo o acaso te gusta escuchar a alguien que se llena la boca de autoelogios.
Muéstrate como alguien natural, alguien que no tiene miedo de reconocer sus miedos, sus fracasos o sus debilidades. Eso te volverá más real y te hará conectar más con la audiencia y cuando logras conectar con la audiencia, es mucho más probable que acepten todo lo que les estás contando.
Acepta los nervios
¿Sientes nervios al hablar en público? Como todos. Mark Twain decía, hay dos tipos de oradores, los que tienen nervios y los que mienten.
Reconcíliate con esa parte, es un estrés que tu cuerpo muestra porque vas a afrontar una situación distinta, una situación que normalmente te aleja de tu zona de confort y te va a exigir nuevas habilidades o unas habilidades que normalmente no desarrollas, es normal estar nervioso, acéptalo y trata de que esos nervios no estén por las nubes sino en un estado manejable que te aporte activación.
Si te cuesta muchísimo evitarlos en la descripción del vídeo te voy a dejar unas sugerencias para que lo consigas.
La narrativa del viaje del héroe
La gente no quiere escuchar historias de éxito, quiere escuchar historias de superación, ¿no me crees? Piensa en cualquier película, nadie triunfó por la vía rápida y si alguien lo hizo, nadie quiere escuchar esa historia, lo que quieren oír es cómo te caíste y cómo te levantaste de esa caída para llegar al éxito.
Cuenta los problemas que tuviste, las complicaciones a las que te enfrentaste o los sacrificios que tuviste que hacer para lograr eso que lograste, eso es lo que van a querer oír.
No busques unicornios
Si persigues la perfección en tu charla, nunca vas a estar satisfecho, tengo esa enfermedad, el perfeccionismo, me puedo pasar horas para reordenar un párrafo, cambiar una palabra o decidir si incluyo o no una coma. En el fondo sé que casi nadie lo va a notar, pero es que no puedo evitarlo.
Una idea que a veces me ayuda a conseguirlo es pensar que lo perfecto es enemigo de lo bueno. ¿Sabes qué tienen en común las presentaciones perfectas y los unicornios? Que no existen. Confórmate con lo bueno.
Usa las figuras retóricas
Las figuras retóricas son maneras distintas, menos habituales de usar el lenguaje, es decir lo mismo, pero con otras palabras que son más bonitas, más fáciles de recordar y que llaman más la atención. Te voy a mostrar dos:
- Retruécano
Si quieres hacer el mejor discurso de la historia, repasa la historia de los discursos, ¿suena bien no? El retruécano consiste en invertir el orden de las palabras de la frase anterior para conseguir así frases contrapuestas con un nuevo significado, una de las más famosas, de las más célebres se le atribuye a Gandhi: “Algunos deben vivir simplemente para que otros puedan simplemente vivir”.
En lugar de decir que la mayoría de veces que llaman a tu puerta es el cartero y tú vas a abrir, dale un par de vueltas y di “No es que abra la puerta porque llama, sino que él llama porque sabe que le voy a abrir la puerta”.
- Tricolon
También conocido como la regla de tres, se basa en usar tres adjetivos, tres ejemplos o tres frases similares, el objetivo es hacer que tu idea sea más persuasiva, más recordada y que llamen más la atención ¿Te das cuenta de lo que estoy haciendo?
Tres adjetivos, tres ejemplos, tres frases, más persuasivos, más recordada, que llame más la atención, eso es el tricolor, ¿por qué tres? Si te soy sincero no lo sé, en antiguos tratados de oratoria ya aparece el número tres como algo capital, incluso Aristóteles lo defiende en su retórica, aunque siendo un hombre y griego no me extraña que le gusten los tríos.
No cierres con tu turno de preguntas
Si en tu presentación hay un turno de preguntas, no dejes que eso sea lo último que la audiencia oiga. En una de las presentaciones del trabajo de fin de curso de los chicos de la universidad, un grupo estaba hablando sobre un proyecto y al acabar pidieron que el público pues realizarse las preguntas que estimase oportuno. Hubieron dos o tres preguntas que respondieron acertadamente y luego fui yo, ¿estas medidas se han aprobado ya ante la población o de momento solo es un proyecto? De momento solo es un proyecto, pero hemos hecho varios estudios.
Ah, entiendo, entiendo, entonces, ¿me estás pidiendo que invierta en algo que no está aprobado, que no está testeado, que solo es una idea?
Sí, pero es una idea que puede funcionar.
Entiendo me parece algo interesante, por favor avísame de aquí unos meses o unos años cuando lo hayáis testeado adecuadamente.
Y así acabó la charla, no siempre juego el papel de profesor, pero era para demostrar que eso es lo que te puede pasar en una presentación real. Si hay alguien con mala leche en la audiencia y tienes la mala suerte de que es el último en hacer una pregunta y tu respuesta resulta que no es lo más satisfactoria, pues no mola que el público se quede con ese mensaje.
Cuando acabe tu turno de preguntas, retoma la conclusión de tu charla y vuelve a dar el mensaje final para que eso sea lo último que oigan.
Apúntate a Toastmasters
Todo esto que te cuento está muy bien, pero para que surta de efecto lo que tienes que hacer es practicar y uno de los mejores sitios, si no el mejor de todos, para practicar es Toastmasters, Toastmasters International es un club de oratoria que está presente en no sé cuántos cientos de miles de ciudades, así que es muy probable que en el tuyo también.
Mi sugerencia es que teclees en Google, Toastmasters, más el nombre de tu ciudad, y veas cuál es el más cercano a tu domicilio o a tu lugar de trabajo, y pruebes un día.
Son lugares en los que la gente como tú, que quiere mejorar, se junta para poner en común sus discursos, sus presentaciones cortas, en las que puede ensayar y probar nuevas técnicas y ver cuáles se encajan mejor. Además, entre todos, te suelen decir que es lo que haces muy bien en que puedes mejorar y demás y creo que es uno de los puntos o una de las maneras más sencillas de poner en práctica todo eso que estás aprendiendo.
No te obsesiones
Tu valía como persona no está ligada a tu habilidad para hacer presentaciones y para hablar en público, tenlo eso siempre en cuenta, práctica, pero no te obsesiones, no hace falta que seas el próximo Barack Obama. Dominar el arte de la oratoria es algo importante, pero no es imprescindible, así que practica con tranquilidad y confórmate con ser un poquito mejor cada día, si sigues todas estas sugerencias puede que tu charla no sea de 10, sino de 20 así que tómatelo con calma despacito a pasito que no quiero ver demasiada competencia por ahí.
Hablar en público es una herramienta poderosa para generar impacto, pero más importante que dominar la técnica es tener una verdadera intención de aportar valor a tu audiencia. Cuando te enfoques en lo que puedes ofrecer a los demás, más allá de cómo luces o suenas, tu mensaje ganará en autenticidad y resonancia. El verdadero poder de la oratoria no está en las palabras, sino en la conexión y el propósito detrás de ellas.
Si necesitas más consejos para hablar en público, no dudes en contactar conmigo o consigue ya mi libro “Cómo perder el miedo a hablar en público y demostrarles lo que vales”