¿Qué pasos diste antes de salir a correr por primera vez?

Seguramente uno de ellos fue repasar mentalmente cómo lo hace el resto del mundo.  Visualizaste a esa gente en el parque o en la calle y viste que usaban deportivas, calcetines blancos y esa camiseta de colores chillones que les dieron en alguna carrera en la que participaron. ¿Qué haces a continuación? Te acercas al Decathlon y compras lo mismo.

La primera vez que fuiste a patinar, te apoyaste diez minutos en la valla mientras veías qué hacían los otros para imitarlo. La primera vez que viste tres juegos de cubiertos en tu mesa esperaste con disimulo a ver cómo los usaban el resto de comensales.  La primera vez que… sí, también.

 

Al empezar algo necesitas seguridad. Buscas confianza. Convicción. Necesitas saber qué han hecho antes las personas que se han enfrentado a ese reto.

 

¿Qué haces la primera vez que tienes que preparar un discurso?

Lo mismo.
 

  1. Buscas en Google: “Cómo preparar un discurso”.
  2. Buscas en Youtube: “Cómo hacer un discurso”.
  3. Preguntas a tu profesor, tu pareja, tus padres, tus amigos: “¿Oye, tú qué harías para dar un buen discurso?” o si tienes mucho morro: “¿Conoces ejemplos de discursos que pueda copiar?”

 
Bien. Ya tienes la información. Llega el momento clave. Te sientas en tu escritorio. Sacas bolígrafo y papel y le preguntas a tu cerebro.  “¿Cómo se empieza un discurso?”

Entonces tu cerebro lógico repasará la información recolectada y te responderá: “Es muy fácil, empieza por el principio. Saluda.”

Y tú escribirás:
 

“Hola, buenos días. Soy Miguel Gómez y hoy os vengo a hablar de algo muy interesante…”
 

Y todas la personas que acudirán a tu futuro discurso y que ahora mismo están en el sofá de su casa bostezarán sin saber muy bien por qué.

 

No tengo nada en contra de usar el saludo en un discurso. Soy una persona educada.  Pero igual que cuando vas al baño lo primero que haces es mirar si hay papel, cuando preparas un discurso lo primero que deberías hacer es llamar la atención del público.

De lo contrario, puede que un día te encuentres sentado en el baño mirando frenéticamente a ambos lados en busca de la suavidad blanca en forma de cuatro capas y te des cuenta de que no está allí para salvarte el culo.

 

Cómo no saludar en una exposición

Lo primero que te debes plantear es lo siguiente: ¿Quieres que las primeras frases  para iniciar un discurso sean las de saludo?

Si has visto unas cuantas presentaciones puede que digas que sí. Después de todo, si la mayoría de la gente lo hace, no pueden estar equivocados. ¿O sí?

 

¿Conoces TED? Probablemente sea el evento de charlas más distinguido del mundo.

Te animo a escoger una charla TED al azar. La que quieras.

¿Ha empezado el discurso saludando?

Te doy otra oportunidad. Escoge otra charla.

¿Tampoco ha habido suerte?

Normal.

No creo que haya una sola charla TED en la que el orador haya empezado diciendo: “Hola, soy Juan Palomo y hoy os vengo a contar cómo yo me lo guiso y yo me lo como.”

¿Por qué?

 

La mejor manera de saludar

El inicio de tu ponencia es uno de los momentos clave para llamar la atención y usar las clásicas palabras de presentación no es la mejor manera de destacar.

Entonces, ¿cómo iniciar un discurso?

Puedes hacerlo de varias maneras –aquí tienes tres– pero, escojas la que escojas, te sugiero que no lo hagas saludando.

Insisto, la relación entre saludo y educación no es de causa efecto, ni siquiera de correlación. Puedes no empezar saludando y aún así hacer que tus padres se sientan orgullosos de la educación que te pagaron.

 

Si eres un orador invitado lo más probable es que el maestro de ceremonias te presente más o menos así. Si lo hace, ¿para qué necesitas repetir tu nombre?

 

–  “…Y el siguiente orador es Nacho Téllez que nos contará cómo mejorar nuestra oratoria en dos días”.

–  “Buenos días, Soy Nacho Téllez y… “

–  Guau tío, es Nacho Téllez. Suerte que nos lo ha dicho. Si no no lo habría conocido.

 

Pero si no te presentan o –todavía- no te sientes cómodo saliendo ahí delante sin saludar prueba a hacerlo justo después de tu apertura.

Por ejemplo, imagina que vas a hablar de la demencia senil. Podrías empezar así:

 

“Levantad la mano los que esperáis vivir más de 65 años. Diez de esas manos levantadas sufrirán demencia senil si lo consiguen.

Hola, soy Marta Pérez y hoy os vengo a hablar de un dato alarmante sobre la demencia senil…”

 

Fácil. Distinto. Impactante.

 

Otro botón.

 

Imagina que vas a hablar de los resultados anuales de tu empresa.

 

“De 50 a 100 en 12 meses.  Ese ha sido nuestro crecimiento en millones de euros.

Soy Roberto Luna y hoy os contaré por qué lo hemos conseguido y por qué el año que viene llegaremos a 200.”

 

¿Qué te parece?

 

Un ejemplo real

Las presentaciones de hoy no son las de hace veinte años.
Hay más presentaciones, más estímulos externos y menos atención así que empezar con un tostón de introducción no es arriesgado. Es lo siguiente.

Llama la atención, sé distinto, desmárcate.

 

¿Quieres saber lo que hizo Jaime Oliver al empezar su charla TED?

 

 

No tiene nada de malo buscar en Google o Youtube cómo saludar en un discurso pero asegúrate de que escoges el modelo adecuado.

De lo contrario puede que un día salga a correr por el parque, me cruce contigo y me asuste al ver que te acercas al trote con sandalias y calcetines blancos.

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