Para hablar bien en público necesitas hacer muchas cosas correctamente. Tienes que saber cómo empezar un discurso, tienes que saber organizar bien tus ideas, deberías contar con recursos retóricos, moverte bien en el escenario, saber cómo terminar un discurso, no sucumbir al miedo escénico, etc.

La oratoria te proporciona muchas cosas de las que preocuparte y, al final, acabas descuidando aquellas que parece que no tienen un gran impacto en tu presentación.
 
La mala noticia es que sí que lo tienen.
 
Cuando estudias las mejores técnicas para hablar en público lo que sueles ver son aquellas que se basan en cómo preparar un discurso o cómo dar un discurso. La creación y la entrega. Y sí, eso es lo más importante pero ¿qué me dices de esos pequeños detalles que marcan la diferencia?

 

Los pequeños detalles importan

Imagina que vas a hacer una barbacoa con tus amigos. A unos les gustará la carne tradicional como el pollo, la butifarra o la chistorra, otros preferirán el corte argentino tipo entraña, vacío o bife. Para poneros de acuerdo os llamáis y discutís quién lleva qué.

Y luego está la bebida. Unos preferirán beber vino mientras que otros no se moverán de la cerveza. Puede que otros escuchen a su cuerpo y pidan únicamente agua. En cualquier caso, hay que volver a ponerse de acuerdo así que volvéis a hablar y discutir para saber quién lleva qué.

Ahora sí, ya tenéis asignado quién se ocupa de la carne y quién se ocupa de la bebida pero ¿qué pasa cuando sólo te ocupas de los aspectos centrales?
 

 

3 errores al hablar en público

Después de ver más de 300 discursos este último año, me he dado cuenta de 3 errores frecuentes al hablar en público.

Aquí los comento y propongo tres soluciones para evitarlos.

 

1- Enlazar vídeos directamente desde Youtube

Cuando expones en público puede que pienses en usar vídeos. Si es así, no salgas de tu presentación para entrar en Youtube y darle al play.

Parece lo más sencillo pero también es lo más arriesgado. Puede que no funcione internet correctamente, que no encuentres el vídeo aunque uses las mismas palabras clave o que Youtube lo haya eliminado. Entonces sí que sabrás lo que es el pánico escénico.

Además, salir de tu presentación y empezar a buscar en otro lado rompe el ritmo, distrae la atención y hace que se te vea menos profesional.

 

Para solucionarlo, incrusta el vídeo en tu presentación PowerPoint o, como mínimo, bájatelo y tenlo listo en el escritorio. Eso minimizará riesgos de visualización y dará una mejor imagen.

 

2- No comprobar PowerPoint o Keynote antes de iniciar el discurso

Si abres la aplicación justo antes de empezar tu ponencia, ¿qué harás si no funciona? Soltar unas cuantas maldiciones como mínimo.

Puede suceder, y sucederá, que el ordenador de destino no tenga las fuentes que tu has usado o que la versión del programa sea distinta y, si eso pasa, tu presentación se convierte en un mojón.

La preparación es la clave de una buena ejecución así que prepárate.

 

Para que no te suceda puedes hacer dos cosas o mejor aún, puedes hacer las dos cosas.

Primero, usa tu ordenador personal, aquél con el que preparaste la presentación y así no habrá riesgos de versiones distintas o tipografías que no existen.

Segundo, llega una hora antes a la sala de conferencias. Eso, además de procurarte una calma adicional que siempre viene bien, te da un margen para solucionar un eventual problema.

Una última idea es tener tu presentación guardada en pdf como último recurso.

 

3- No usar un mando para pasar las diapositivas

Si no usas una cuerda para sujetarte los pantalones no uses el ordenador para cambiar diapositivas.

¿Se puede? Sí.

¿Se debe? No.

Igual que te compraste un cinturón consigue un mando para pasar las diapositivas. Te dará mucha más flexibilidad para moverte por el escenario, no estarás yendo y viniendo (o peor, quedándote quieto) todo el rato y dejarás una mejor impresión.

 

Ahora ya no tienes excusa para exponer en público cualquiera de tus ideas y hacerlo correctamente. Estas 3 sencillas propuestas te harán subir un peldaño en el arte de hablar en público.

Ahh, y en tu próxima barbacoa, ¡no te olvides de traer cubiertos!

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