“Hasta el camino más largo empieza con un solo paso.”

 

Da lo mismo que hables de una maratón, de un ascenso corporativo o de una ponencia que vayas a dar. Todo tiene un principio. A menudo, la parte más difícil del proceso.

Si te fijas en el mundo que te rodea, te darás cuenta que lo que conlleva más energía siempre es el principio. Cuesta más escribir la primera página de un libro que las diez siguientes, tu coche gasta más gasolina cuando arranca que cuando está en marcha a 120km/h. El primer chorro de kétchup cuesta un mundo pero cuando ha salido tienes que ir con cuidado para no vaciar la botella entera.

Una vez has superado ese esfuerzo inicial, todo va cuesta abajo.

 

Tu presentación no escapa a las leyes físicas y cuando estés ahí delante listo para transmitir tu idea y convencer a tu público, lo más difícil será el inicio.

 

Por cierto, si aún no sabes cómo empezar tu presentación, tal vez esto te pueda ayudar.

De las tres sugerencias del vídeo anterior, te voy a hablar de la última: cómo contar historias.

 

Puede que hayas oído hablar de storytelling que, resumido, sería contar historias. Es una de las técnicas más poderosas para transmitir ideas. ¿Por qué? Aquí puedes averiguarlo.

Pero hoy no te contaré como hacer un storytelling –entre otras cosas porque ya te lo conté aquí– , hoy quiero convencerte de que empieces tu presentación con una anécdota.

 

¿Qué es una anécdota?

Una “historieta”, algo que te sucedió y que puede servir de analogía para exponer una idea.

 

¿Empezar así sin más? ¿Sin decir hola si quiera?

 

Echemos un ojo a la web de TED, a ver qué hacen los oradores de sus convenciones.

TED tiene más de 3.000 charlas colgadas. Cojo las 25 más famosas, es decir, las que más visualizaciones tienen. Miro cómo empiezan y….

11 empiezan con una historia.

Eso quiere decir que casi la mitad de las presentaciones más famosas del mundo de la web de charlas más famosa del mundo empiezan con una historia.

 

Casi la mitad.

No es poco.

 

¿Por qué lo hacen?

Lo hacen porque los asesores con los que preparan la charla se lo recomiendan.

 

¿Por qué se lo recomiendan?

Porque saben que una de las mejores maneras de llegar al corazón de las personas – vender y convencer- es contando historias. Si esto te suena un poco follalechugas, puedes ver las evidencias empíricas aquí.

 

Está claro, contar anécdotas o historias personales para empezar una charla es altamente recomendable para tu audiencia pero, por una vez, pongamos el foco en ti.

Como ponente tienes unas preocupaciones: te preguntas si podrás soportar los nervios, te aterra olvidar parte del discurso y, en definitiva, te horroriza que algo pueda salir mal. Así que te voy a dar 4 razones de por qué empezar con una historia es algo que te ayudará a reducir ese riesgo.
 

 

4 ventajas de comenzar con una historia

 

1- Te vuelve humano en lugar de un experto

No todos los miembros de la audiencia tienen una buena predisposición a aceptar lo que les cuentas. Algunos ofrecerán resistencias porque piensan que les vas a vender algo, otros querrán comprobar que eres tan experto como dicen y otros simplemente no habrán desayunado bien.

 

Cuando te pones frente al público hay una distancia. Todavía no eres uno de ellos. Deberás ganártelo.

Ahí es donde una historia te ayuda a generar esa identificación. Cuando cuentas una historia sobre lo que te pasó aquél día dejas de ser un orador experto para convertirte en un niño, en un trabajador con jefes o en un usuario de metro. Te conviertes en algo con lo que es mucho más fácil identificarse.

Cuando consigues eso, estás salvando esa distancia y conectando con ellos.

 

2- Es fácil de recordar

Cuando era pequeño mi madre me tomaba la lección. Si la sabía podía salir a jugar, si no, me tocaba estudiar más hasta aprendérmela.

 

Encontraba una gran diferencia entre Historia y Ciencias naturales.

La historia era sencilla de memorizar. Revolución francesa: hay injusticias sociales, económicas y políticas porque la monarquía y la nobleza hacen lo que les apetece y el pueblo se cansa. Empiezan movimientos de la burguesía para lograr cambios. Se aceptan nuevas ideas como igualdad, fraternidad y libertad y le cortan la cabeza al Rey Luis con números romanos de apellido mediante el gran invento de la guillotina. Más tarde llega Napoleón, se crece y todo se descontrola.

Luego me ponía a leer las fases de la mitosis y ni el maldito micronova de mediterráneo lograba que memorizase la profase o la anafase.

 

Cuando des tu presentación, organizar tu contenido en forma de historia hará que lo puedas recordar fácilmente y reducirá el riesgo de quedarte en blanco.

Las sucesiones de hechos lógicos tienen trato VIP en tu cerebro. Pasan sin pagar, tienen un reservado y les espera una botella de champagne frío al llegar. Al fin y al cabo, eso es lo que es una historia; hechos lógicos uno detrás de otro.

 

3- Aumenta tu credibilidad

Los adeptos de Aristóteles sabemos que, para que un discurso tenga éxito, debe estar apoyado en tres pilares. El primero de ellos es la credibilidad, el ethos.

 

La semana pasada vi un making off de una película en la que sentaban a los actores juntos y les hacían preguntas. Creo que fue John Malkovich quién dijo que, para que un papel le salga bien, necesita creer en ello.

Ponía una anécdota corta de ejemplo sobre un papel de abogado que le tocó representar. Él no tenía ni idea sobre leyes, derechos o penas pero se informó durante semanas. Habló con jueces y abogados y se sumergió en ese mundo. Contaba cómo, al cabo de unas semanas, entendía todo lo que decía su personaje y eso le hacía marcar la diferencia.

 

¿Sabes por qué? Porque él tenía la sensación de que conocía el tema. Estaba convencido. Y cuando eso sucede emanas credibilidad.

Las historias o anécdotas personales son geniales para eso porque estás contando algo que te ha pasado a ti y ¿quién hay mejor que tú para contar algo así?

 

Nadie.

 

Si la historia es relevante para ejemplificar el mensaje principal de la presentación, ni siquiera Aristóteles te ganará en credibilidad.

 

4- + Confianza – nervios

Seamos sinceros: si dos opciones dan el mismo resultado y una es fácil y la otra difícil, escoges la fácil.

No eres vago. Eres listo.

 

¿Qué es más fácil que empezar con una historia?

Supongo que contar hasta 10. O deletrear el abecedario. Pero no te recomiendo empezar así.

 

Como te decía, cualquier ejemplo de historia es más sencillo de recordar que datos en bruto y eso, además de ser una ventaja, tiene una consecuencia útil: ganas confianza.
Cuando sabes que lo que vas a decir es sencillo, cuando estás seguro de que lo contarás bien y no te olvidarás de nada, aumenta tu seguridad. Es como saltar con red. Hece todo más fácil.

Esa certeza tiene un efecto implacable en los nervios al hablar en público. Los reduce considerablemente hasta hacerlos manejables.

Si eres de los que siente muchos nervios al empezar tu charla, no lo dudes, empezar con una anécdota te ayudará a reducirlos.
 

 

Resumiendo

Contar historias no solo es bueno para tu audiencia porque te entiende mejor y hace la presentación más amena sino que además es bueno para ti porque:

1- Te vuelve humano
2- Es fácil de recordar
3-Aumenta tu credibilidad
4-Reduce los nervios al hablar en público

 

En tu próxima presentación, atrévete a empezar con una historia y vuelve aquí para contarme qué tal te fue. 😉

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